Entre visillos comparte muchas características propias de la novela de posguerra: tiene una estructura sencilla, con predominio de la narración lineal; la acción suele estar concentrada en espacios cortos de tiempo; la sociedad es descrita y analizada por varios narradores, con un enfoque objetivista o neorrealista de la realidad, en el que cobra una importancia vital el diálogo, como en general ocurre en todas las de los años 50, pues mediante él conocemos la vida y particularidades de los distintos personajes.
En esta novela encontramos claramente tres narradores. Por una parte observamos la presencia de un narrador omnisciente en 3ª persona que solo aparece para describir lo que ve y lo que se escucha. Además, dos personajes ejercen de narradores: Pablo y Natalia. Cuando es Natalia la narradora, suele referirse a hechos o sucesos recientes, mientras que cuando es Pablo el narrador se observa una mayor lejanía y objetividad.
En cuanto al lenguaje, consigue este reflejar de manera convincente el uso coloquial de la lengua tanto por las capas más instruidas de la sociedad, como por las menos cultivadas. El lenguaje constituirá una poderosa arma que permite mostrar el punto de vista individual.